miércoles, 9 de julio de 2014

Esperando al PSOE. (Mi voto para Pérez Tapias)

En un artículo que escribí hace casi dos años en este mismo espacio de opinión, defendí que si el PSOE no era capaz de reencontrarse con sus orígenes e ideales, sus votantes potenciales no renunciarían a ellos, y acabarían por encontrar alternativas electorales en las que volcar la confianza que los errores cometidos en la acción de gobierno socialista les habían hecho perder.

 Lo titulé, como a este, Esperando al PSOE (http://www.diarioprogresista.es/esperando-al-psoe-17228.htm), y en uno de sus párrafos, advertía lo que hoy es una realidad. “Las protestas que cada día inundan las calles de nuestro país con un arcoíris de mareas que luchan por defender la Educación, la Sanidad, la Justicia, la dignidad del funcionariado... el Estado del Bienestar en sí, no se traducen en el acercamiento que debe patrocinar el viejo dicho de “a la tercera va la vencida.” (…) Una generación que se siente huérfana y está pidiendo a gritos formar parte de una gran familia que, si el PSOE no le ofrece cuanto antes un hogar, acabará por construir su propia casa, en la que dar cabida a los cambios que necesita un modelo de sociedad que hace tiempo que está agotado.”

Pues dicho y hecho. La nueva casa se llama 15M, asambleas de barrio, mareas…  Podemos. Y se ha construido, sí, sobre las ruinas del viejo PSOE que desde mayo de 2010 ha sido incapaz de enarbolar un discurso coherente con sus propios principios, y de empatizar con la realidad que los ciudadanosestamos viviendo fuera de los parlamentos, ayuntamientos o agrupaciones del Partido. Esas que el profesor Pérez Tapias reivindica como “lugares de resistencia” y por su nombre, que nunca debieron perder: Casas de Pueblo.

El fenómeno Podemos no se sustenta sobre programas, más allá de lugares comunes y evidencias, sino de cierto adanismo político -y no es una crítica- desde el que parece que sus promotores, de pronto, han visto lo terriblemente cruel que es el mundo y que están llamados a evidenciarlo voz en grito. Grito que repite lo que los socialistas llevamos clamando más de 135 años, pero que, como hemos visto, en algún momento de nuestra historia dejó de ser escuchado.

No somos los únicos, compañeros. Izquierda Unida ha sentido también como un látigo la irrupción de la virgen voz de Podemos, y no ha dudado en mover ficha para crear un contexto que derive, más pronto que tarde, en la necesaria y urgente unidad de la izquierda. La elevación al máximo nivel de representación del joven diputado malagueño Alberto Garzón persigue, sin duda, ese objetivo. Un movimiento rápido, pensado, y muy posiblemente -tiempo al tiempo- efectivo.

El próximo domingo, los socialistas nos sometemos a examen ante la Sociedad que sigue esperando al PSOE. El Partido Socialista tiene la obligación de abrirse y entregarse a los trabajadores, que son, en definitiva, sus legítimos propietarios. Las elecciones en las que por primera vez utilizaremos la fórmula “un militante, un voto”, son un paso cualitativo en la dirección correcta, porque a más democracia, qué duda cabe, más sensatez.

La mayoría de las mujeres y hombres que formamos, 135 años después, el sueño de Pablo Iglesias, aquel tipógrafo gallego que llegó a pie hasta Madrid buscando trabajo y libertad a finales del siglo XIX, somos gente de izquierdas que sabemos que la guerra contra el neoliberalismo que empezamos a perder cuando creímos, ay, que podíamos convivir con semejante atrocidad ideológica, solo se ganará constituyendo una nueva mayoría, existente, que ponga la toma de decisiones en manos de la izquierda. Es decir, de la ciudadanía.

Cuando el domingo vayamos a votar, miremos a un lado y otro de la calle en el trayecto hasta nuestras respectivas Casas del Pueblo. Es más, vayamos con tiempo para parar en el bar, en la plaza, en el mercadillo… a escuchar. Hagamos un ejercicio de responsabilidad y huyamos de una vez de discursos vacíos, de telegenia, de quienes hoy piden el voto alzando la voz contra lo que apoyaron ayer, de dependencias internas y egoístas familias decididas a mantener dentro el poder que fuera estamos tan necesitados de ejercer con firmeza y determinación. Cuanto antes y, si es necesario, compartido.

Es imprescindible la unidad de la izquierda, porque es inaplazable frenar a la derecha. Para que sea posible, ahí fuera millones de españoles siguenesperando al PSOE, dispuestos a participar, estoy seguro, en cuanto puedan volver a creer en que el nuestro es el partido de izquierdas que debe liderar el fin del colonialismo neoliberal que ha convertido, por incomparecencia y descreimiento, a la masa electoral en pura mercancía.

Yo estoy decidido a que sea posible, y, para conseguirlo, este domingo voy a votar pensando en la unidad de la izquierda, en nuestros compañeros y compañeras, los que están fuera, porque quiero que miren a las casas del Pueblo como un lugar para la esperanza, la resistencia y el cambio. Voy a votar al profesor José Antonio Pérez Tapias.