jueves, 31 de diciembre de 2015

Podemos en manos de Ada Colau y la abstención de Ciudadanos

Publicado en Publicoscopia

Hagamos un poco de política ficción. O no.

¿Y si el fracaso de Ciudadanos en las elecciones del 20 de diciembre fuera la clave para desalojar al Partido Popular de La Moncloa y evitar unos nuevos comicios que solo favorecerían opciones de Gobierno a PP y Podemos en detrimento, sin duda, del PSOE, pero, sobre todo, de la propia formación naranja?

Como ha quedado distribuido el arco parlamentario, los dizque “centristas” de Albert Rivera tienen en  su mano facilitar, incluso forzar, un pacto de la izquierda para una legislatura corta con toda seguridad, dada la mayoría absolutísima del PP en el Senado, pero que acarrearía la mayor crisis vivida  por este partido desde su refundación en 1986 de la mano de José Mª Aznar, situando a la fuerza naranja como principal voz de la Oposición. Frente a un PP en ruinas, un  Ciudadanos sólido protagonizaría, con “mando en plaza”, la alternativa al PSOE y Podemos al otro lado del Hemiciclo, pudiendo incluso decidir en qué momento se pone fin a la legislatura.

Al mismo tiempo, los de Albert Rivera obligarían a los de Pablo Iglesias a enfrentar sus propias contradicciones y convertir al partido circular en el único responsable de la repetición de las elecciones generales, derivada de anteponer los intereses del sector pro referéndum de la ‘caudilla’ Ada Colau a los de las castigada ciudadanía por el rodillo ‘popular’ de los últimos cuatro años.

Veamos los números. Incluso si Rajoy lograra, en segunda vuelta, sumar a su candidatura los votos a favor de Ciudadanos, Coalición Canaria y el PNV (difícil, pero no imposible), no llegaría a ser investido presidente, al contar con un máximo de 170 votos, frente a los 180 negativos de PSOE (90), Podemos (69), UP-IU (2), ERC (9), Bildu (2) y DYL (8). Hasta en el improbable caso de que los de Artur Mas decidieran sumarse, la derecha se quedaría a 2 votos de alcanzar la mayoría.

En esta tesitura, sería el segundo partido en número de escaños, ergo el PSOE, el llamado a intentar una mayoría de gobierno que, a priori, parece imposible conformar mientras Podemos y Pablo Iglesias permanezcan secuestrados por Ada Colau, la nueva monarca del nacionalismo catalán, ERC y DYL sigan instalados en la dinámica de la “desconexión” y los de Albert Rivera mantengan su apuesta de hacer centro por la derecha. Al tiempo que el propio PSOE mantenga la ‘línea roja’ de no pasar por el chantaje podemita de un referéndum de autodeterminación en Cataluña como condición para una mayoría de progreso en el Congreso.

Sin embargo, cabe una opción que se está explorando poco, aunque ya ha sido apuntada -con muy poca repercusión, por cierto- por el diputado en la Asamblea de Madrid Ignacio Aguado, que es la abstención de Ciudadanos en una votación de investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. Ante esta situación, el bloque del ‘no’ a un Ejecutivo encabezado por el todavía líder socialista podría quedar conformado por los 123 diputados del PP, los 17 de ERC y DYL y, pongamos, en el peor de los casos, por los 6 del PNV, los 2 de Bildu e incluso el único escaño de CC. En total 149 diputados frente a los 161 -mayoría simple y Gobierno en segunda vuelta- que podría obtener un acuerdo entre PSOE, Podemos e UP-IU con la abstención de Ciudadanos.

Desalojar al Partido Popular de La Moncloa estaría en manos de Podemos y su capacidad de renunciar -en aras del deseo de cambio expresado en las urnas el 20 de diciembre por los españoles - a su ‘línea roja’ pro autodeterminación, que debería quedar aparcada, aunque no necesariamente excluida de su proyecto político tras una legislatura que se antojaría corta por la capacidad de bloqueo a cualquier iniciativa legislativa de gran calado que el Partido Popular mantendría en la Cámara Alta, pero que significaría a la derecha extrema del PP como única responsable de la parálisis política del Estado, avocando a los de Rajoy y Aznar a un casi seguro proceso de guerra fratricida que hasta ahora solo se conoce en las filas de la izquierda, y dando a los Ciudadanos de Albert Rivera una -posiblemente única- segunda oportunidad de configurarse como alternativa para los electores del Partido Popular.

La abstención de Ciudadanos forzaría a Podemos a retratarse ante la sociedad española. Porque… ¿renunciarían los de Pablo Iglesias a la posibilidad de ver, por ejemplo, su famosa Ley 25 debatida en el Congreso solo para satisfacer las exigencias de Ada Colau? ¿Soportaría Podemos la responsabilidad de que el debate territorial impidiera el cambio de Gobierno que ansían mayoritariamente los españoles?

En una nueva campaña electoral derivada de su negativa a conformar una mayoría de progreso en el Congreso, la formación morada estaría obligada a explicar por qué, por ejemplo, votó el 24 de noviembre junto a la derecha contra los presupuestos de la Junta de Extremadura, lo que supone la total paralización del gobierno autonómico después de haber facilitado con sus votos la investidura del socialista Fernández Vara. O por qué, en términos similares, en Aragón, donde también apoyó la investidura del socialista Javier Lambán tras las elecciones de mayo, se ha negado a negociar cualquier tipo de acuerdo presupuestario, paralizando la política también en esta comunidad autónoma. O que en Asturias, donde los socialistas gobiernan con Izquierda Unida, Podemos se confabulara de nuevo con la derecha para bloquear los presupuestos para 2016. O que, incluso en Valencia, Podemos haya sumado sus votos contra medidas del PSOE y Compromís, su aliado electoral, en una actitud que, de momento, ya ha costado más de seis millones de euros a los contribuyentes valencianos.

Una serie de actuaciones de las que Pablo Iglesias y Podemos tendrían que responder antes de volver a pedir la confianza de sus electores por haber rechazado un acuerdo con el PSOE en nombre de la ‘línea roja’ de la autodeterminación para Cataluña impuesta por Ada Colau. Como argumentan los historiadores Justo Serna y Alejandro Lillo en un interesante análisis publicado por infoLibre, mientras Podemos se muestra, por un lado, “partidario de dialogar y pactar medidas que saquen a España del ‘inmovilismo’ y la ‘parálisis’, por otro traiciona, uno tras otro, a los gobiernos de izquierdas que no están liderados por su formación”. Aseguran Serna y Lillo, con toda razón, que si ese es el concepto de lealtad que tiene Podemos, “los votantes hemos de sentirnos estupefactos y hasta estafados o engañados. Este tacticismo y este oportunismo no son ejemplos de fair play; tampoco parecen una buena muestra de regeneración democrática o de respeto al adversario político”. Los dos historiadores denuncian en infoLibre que “con su actitud, Podemos demuestra, contrariamente a lo que afirma en sus declaraciones públicas, muy poco interés por el futuro inmediato de millones de personas, muchas de ellas en una situación desesperada tras años de gobiernos de derechas. En Podemos parecen estar supeditando sus ansias de poder y sus deseos de dañar, superar o desplazar al PSOE a la mejora de la vida del conjunto de la sociedad”.

Volviendo al argumento de este artículo, si, por el contrario, Ciudadanos obviara la abstención como posibilidad y optara por el ‘no’ a una investidura de Pedro Sánchez, la convocatoria de nuevas elecciones generales sería inevitable. Unos comicios que jugarían en contra de la formación naranja, pues lo más plausible es que estas se dirimieran entre dos posibles mayorías, la de Podemos, que podría lograr -como pretende con su estrategia actual, rayana al cinismo político- el sorpasso al PSOE, y la del Partido Popular, que lograría recuperar sin duda los votos de derechas arañados por Albert Rivera el 20 de diciembre a fin de evitar que Pablo Iglesias se siente en el despacho principal del Palacio de La Moncloa, llevando a Ciudadanos a la upedeización como consecuencia.

Seguramente, esta estrategia es la que se esconde en la declaración de Ignacio Aguado del pasado Lunes, que no pocos llegaron a creer que se trataba de una ‘inocentada’ de Ciudadanos, cuando aseguró que su partido podría plantearse la abstención en una votación de investidura del socialista Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos, si este partido diera marcha atrás en su exigencia de hacer un referéndum en Cataluña, ya que se abriría "un nuevo escenario de negociación".

Si esta es realmente la voluntad de los naranjas, la pelota del cambio está en el tejado de Podemos, aunque la decisión no parece que vaya a estar en manos de sus venerados círculos, sino de la nueva lideresa de la política española, Ada Colau. Allá ellos.


OTROSÍ DIGO.- Bien es cierto que la otra posibilidad para evitar nuevas elecciones es una abstención suicida del PSOE que favorezca un Gobierno presidido por Mariano Rajoy, lo que se traduciría, a ojos del electorado, como la deseada ‘gran coalición’ que preconiza la derecha europea y supondría, de facto, la pasokización del socialismo español. Y, francamente, no sé a ustedes, pero a mí no me apetece divagar sobre ello ni en este ni en otros artículos.