Desde que comenzó el calvario judicial y mediático del ‘caso
Nico Ferrando’ o ‘caso SantaLucía Seguros y homofobia', me han preguntado
decenas de veces mi opinión personal al respecto, qué pienso yo que había ocurrido realmente en esta rocambolesca historia. El caso tuvo una enorme
repercusión mediática porque las informaciones que yo mismo publiqué en Diario
Progresista escandalizaron a mucha gente, sobre todo dentro del colectivo
LGTBI, donde me consta que no han sido pocos los asegurados por el gigante de los
seguros que han dado de baja sus pólizas, o que simplemente no las han
renovado. Como conozco bien el caso, he tenido ocasión de hablar con
las personas afectadas y con los portavoces de la compañía, y dispongo de
abundante documentación sobre el tema, he podido forjarme una idea de qué
ocurrió. Soy siempre partidario de establecer una
secuencia de acontecimientos, pues en la mayoría de los casos saber cómo y
cuándo suceden determinadas cosas es lo que te ayuda a establecer el relato de
la historia. El siguiente es mi visión personal, subjetiva, mera opinión, de los hechos.
Nico Ferrando y yo con Boti García Rodrigo,
ex presidenta de la FELGTB
|
Hasta que Nico comenzó a ser víctima de acoso homofóbico, lo
cierto es que era un trabajador muy bien considerado por parte de SantaLucía
Seguros. Obran en mi poder distintos correos electrónicos y otros documentos e imágenes que así lo acreditan,
incluido alguno de su máxima responsable, Clotilde Álvarez Calvo, en el que
felicita a Nico Ferrando por su “valiosísima aportación a la compañía” y añade
que “ojalá tu ejemplo sirva a otros”.
¿Qué pasó entonces?
Pues como yo lo veo, lo que pasó fue precisamente eso, que
Nico alcanzó demasiado prestigio dentro de la compañía. Más del que sus
superiores inmediatos estaban capacitados para resistir. Me explico.
Nico Ferrando, lo puedo asegurar, es un comercial como
pocos. Dispone de una simpatía desbordante, es muy amable y explica el producto
que pretende venderte de forma que deseas poseerlo. Sabe ganarse la confianza y
el aprecio de sus clientes, y eso se refleja en su cuenta de resultados. Por
este motivo SantaLucía Seguros no dudó en destacar sus logros de forma pública, y en un acto corporativo celebrado en Madrid fue homenajeado por el gigante de los
seguros.
Cuando fue notificado de dicho reconocimiento e invitado a participar
en la gala en que se le haría entrega de la correspondiente mención, y según me
confirmaron algunos de sus ex compañeros de trabajo, su jefe inmediato, un tal
Manuel Morales, se mostró muy interesado en participar en el acto programado. Pero,
extrañamente, quiso que fuera el propio Nico quien gestionara su presencia.
¿Por qué? ¿Acaso no podía él mismo ponerse en contacto con la dirección de la compañía y anunciar su asistencia? El
caso es que, atendiendo su petición, Nico Ferrando es quien lo hace y, ¡oh, sorpresa!,
la respuesta obtenida será la que marque el punto de inflexión en su relación
con sus superiores jerárquicos y, posteriormente, con la propia aseguradora. “No,
Nico. Manuel Morales no está invitado. El acto es solo para los directivos de
SantaLucía Seguros y los trabajadores que han destacado por sus ventas y sus
aportaciones al buen desarrollo de nuestra actividad”.
Y es a partir de ese momento que Nico Ferrando pasa, por
decirlo de alguna forma, de “héroe a villano”. Según su propio relato, es cuando comienza a ser víctima de acoso homofóbico, teniendo que escuchar
despectivas valoraciones sobre su forma de andar, sus corbatas de “poco hombre”
o insidiosas afirmaciones del tipo “tú te has creído que eres la vedette de
SantaLucía Seguros”. También otras referidas a su condición de inmigrante
latinoamericano. Este comportamiento me fue confirmado por algunas personas que
aseguran haber sido testigos de los mismos, como en su momento publiqué en
Diario Progresista.
Pero no quedó ahí la cosa. Tal vez en un momento de locura transitoria derivado del evidente ataque de celos y envidia que parece subyacer tras los hechos
relatados en los párrafos anteriores, los mismos superiores directos que solo unas
semanas antes ponían como ejemplo el buen hacer comercial de Nico, decidieron
buscar la forma de socavar su integridad y prestigio profesional. Para ello, y ya hay que ser retorcido, oiga, pretendieron buscar en su orientación sexual el "secreto de su éxito". Y en esa tesitura, diversos asegurados de sexo masculino de la cartera de clientes de Nico comenzaron a recibir una serie
de llamadas de personas que se identificaban como personal de SantaLucía Seguros
para recabar información sobre las “técnicas de ventas” del exitoso comercial.
Llegando, incluso, a preguntar si habían obtenido favores sexuales de Nico Ferrando a cambio de suscribir sus pólizas de seguro. El problema es que a quienes
iniciaron tan grotesca cacería de irregularidades les salió el tiro por la culata, y los interrogados inmediatamente contactaron con Ferrando para comunicarle lo que estaba ocurriendo, dejando, en algunos casos, testimonio escrito de ello. Alguno de esos escritos obra
en mi poder y fue publicado en Diario Progresista, así como declaraciones de los afectados por tan grotesca “investigación”.
De los testimonios y los documentos referidos cabe inferir
que, efectivamente, se produjo un claro acoso de carácter homofóbico. ¿Quiere
ello decir que SantaLucía sea una empresa homófoba? El propio Nico Ferrando
niega tal idea. En una reciente conversación con él me aseguraba que “nunca he pensado
que SantaLucía sea una empresa homofóbica. Lo que afirmo sin lugar a dudas es
que en su seno se ha producido, al menos, un caso flagrante de acoso homofóbico
a sus empleados, el mío, y que cuando fue denunciado por mí mismo, ningún superior
jerárquico tuvo a bien preocuparse por la veracidad y gravedad de los hechos, y
optaron por defender al equipo directivo antes que a mí como trabajador
afectado y víctima de sus acciones homofóbicas y discriminatorias. Eso es lo
que yo he denunciado”.
De los testimonios de clientes que fueron también acosados -ellos
mismo lo consideran así- también cabe deducir que los superiores de Nico
estarían buscando una vía para deshacerse de él -laboralmente hablando, claro- atendiendo a unas supuestas prácticas
comerciales que, de haber sido ciertas, podrían considerarse, ciertamente, "poco ortodoxas". No es el caso. Pero, aún suponiendo que Nico hubiese mantenido
relaciones sexuales con sus clientes para conseguir que firmaran sus pólizas de
seguros, ¿qué tipo de descerebrado podría pensar que estos iban a admitirlo para prestarse a una caza de brujas que deviniera el despido del joven agente?
Alguien no calibró bien lo que estaba haciendo, qué duda cabe, y se le fue de las manos.
Al final, y tras haber iniciado la cacería, la empresa optó
por otra vía, y decidió hacer responsable de Nico de una serie de irregularidades
que, ¡oh, vaya! había sido el propio Nico quien las había desvelado y puesto en
conocimiento de la dirección nacional SantaLucía Seguros y hasta de la Dirección General
de Seguros, el organismo oficial que vela por el buen y legal funcionamiento de las
aseguradoras. Pero de eso ya hemos hablado en Ciudadano Pan. Sírvase quien
quiera hacerlo leer entradas anteriores, si no lo ha hecho ya.
Empecé este post contando
que me preguntan mi opinión de lo sucedido en el ‘caso Nico Ferrando’. Espero
haber respondido satisfactoriamente. Lo que no entiendo es que una gran
compañía como SantaLucía Seguros haya permitido que se haya montado todo este
follón en su seno, y no moviera un dedo para aclarar debidamente los hechos y
proteger a quien, solo unos meses antes, consideraba uno de los mejores
empleados de sus agencias. Desde luego, con los datos de que dispongo, los testimonios directos que he recabado y la documentación que he manejado, tengo una cosa clara. #YoCreoaNicoFerrando.
Ver también
Ver también