martes, 26 de julio de 2016

SantaLucía entre asumir la verdad y "matar al mensajero"

Esta mañana se ha celebrado el acto de (no) conciliación entre SantaLucía Seguros y yo mismo, después de el gigante de los seguros haya pretendido, por segunda vez, que me retracte de las informaciones que he venido publicando sobre el caso Nico Ferrando desde el verano de 2014. Como no podía ser de otra forma,  me he negado a retractarme de lo publicado, por lo que cabe esperar que SantaLucía inicie una querella contra mí con el objetivo de desacreditar mis informaciones.

Sin embargo, concurren una serie de circunstancias que la compañía habrá de tener en cuenta. Toda su estrategia se venía basando en que Nicolás Ferrando habría cometido una serie de irregularidades desveladas por una presunta denuncia de un compañero que ha negado en sede judicial haberla realizado y, que por tanto, se ha demostrado falsa. Es más, la causa judicial emprendida por el gigante de los seguros contra Nico ha sido sobreseída, y en el transcurso de la misma ha quedado demostrado que quien cometió las irregularidades fue el propio superior del joven agente despedido tras haber sufrido una situación de acoso homofóbico por parte de dicho superior.

Nico denunció el acoso sufrido por parte de su superior, Manuel Morales Lacal. Dicho acoso ha sido verificado por testigos y clientes de la compañía que lo han testificado por escrito y hasta mediante una denuncia presentada en la Agencia Nacional de Protección de Datos. Por otra parte, ha quedado demostrado que Nico Ferrando no cometió ninguna irregularidad, y que imputarle la presunta comisión de estas no era más que una estrategia para desmontar su propia denuncia de acoso y justificar un despido improcedente. La pregunta que debería hacerse SantaLucía, pues, es la siguiente: ¿Todos mienten menos Manuel Morales?

Puede ser hasta comprensible que, en un principio, la compañía decidiera dar carta de veracidad a la versión de su directivo, pero una vez que ha quedado demostrado en sede judicial que dicha versión era falsa, ¿qué sentido tiene continuar dando mayor credibilidad a quien ya se ha demostrado que ha mentido frente a la catarata de testimonios, testigos y documentos que acreditan que Nico Ferrando tiene razón?

Un ejecutivo responsable pondría remedio a una situación que se alarga ya por más de dos años y que, sin duda, está causando un serio perjuicio a la imagen del gigante de los seguros, al mismo tiempo que se agranda el círculo de apoyos a Nico Ferrando. Recientemente, se han sumado al mismo la organización de defensa de los Derechos Humanos Movimiento contra la Intolerancia, y el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia.


Si yo fuera ese ejecutivo pondría fin a esta rocambolesca historia. Es fácil. Admitiría que me he equivocado, pediría perdón a Nico Ferrando y tomaría medidas disciplinarias contra el verdadero responsable, que nos es otro que quien acosó al joven agente y trató de imputarle unos hechos que, como ha quedado demostrado judicialmente, nunca cometió. Sería lo más razonable. Y no intentar "matar al mensajero".