jueves, 16 de marzo de 2017

Por un PSOE ganador, #YoconSusana

Recupero, actualizado, este artículo publicado hace unas semanas en Iris Press Magazine.



Surgen al albur de la esperada candidatura de Susana Díaz a la secretaría general del PSOE, toda una tropa de expertos en historia contemporánea andaluza y susanología. Se presentan con credenciales del tipo “yo tengo familia andaluza” (afectados colaterales), “veraneo” (testigos presenciales) o “tengo casa en un pueblo de Cádiz” (son uno más). Parámetros que al parecer acreditan para espetar en las redes sociales barbaridades como que en Andalucía "se niega el ingreso en las UCI por motivos de ahorro a ancianos con escasa esperanza de vida", o asegurar con la rotundidad del ignorante que la sanidad andaluza “es peor”. Para poner en duda el nivel cultural de los andaluces, insinuar altas tasas de analfabetismo o asegurar que los que no están en paro pertenecen al partido socialista o son “estómagos agradecidos”. Aseveraciones aderezadas, cómo no, con una buena ración de eres y ladrones por doquier ¡con “la Susi” (o la sultana, la gusana y hasta la cortijera andaluza) al frente! Y hay hasta quien arguye que si hay barones que la apoyan, es porque pretenden importar tal satrapía a sus respectivos territorios.

Un cuñadismo trufado de exageraciones y reducciones al absurdo que superan lo ofensivo y rayan lo obsesivo, y que buscan ofuscar la carrera hacia el liderazgo socialista con agresividad y zancadilla, buscando el cuerpo a cuerpo en ajuste de cuentas y combate a muerte. Que no hay sitio para el adversario tras la batalla.

Los ataques a Susana Díaz, cuando vienen de las filas 2.0 del belicoso rival, perfilan una líder ambiciosa, cómplice de corrupción, de espaldas a lo público y con inclinaciones golpistas. Lo cierto es que Susana Díaz sigue siendo la misma a la que hasta hace poco aplaudíamos al unísono por haber sabido liderar con acierto el socialismo andaluz en pleno apogeo de su peor crisis orgánica e institucional, derivada del traumático escándalo de los Ere. Que tomó las riendas del partido y de la Junta tras la modélica dimisión de José Antonio Griñán (en el PSOE sí se asumen responsabilidades políticas) y concurrió a unas elecciones en las que el Partido Socialista volvió a ser primera fuerza política andaluza y mantuvo la Junta de Andalucía y el mismo número de diputados -47- a pesar de la entrada en las Cinco Llagas de Podemos y de Ciudadanos, cuyos grupos parlamentarios se nutrieron de los 24 diputados que cedieron el Partido Popular (17) e Izquierda Unida (7). [Valga este significativo dato para quienes afirman que la pérdida de asientos en el Congreso se debe al obligado reparto con las fuerzas emergentes.]

Sigue siendo la misma Presidenta que ha impedido que los recortes presupuestarios infligidos por el Gobierno de Rajoy se ceben en los sectores más desfavorecidos de Andalucía, manteniendo las prestaciones de ámbito regional, peleando contra los copagos, congelando y fraccionando las tasas universitarias, asegurando el sistema de becas y la gratuidad de los libros para los alumnos de primaria, racionalizando el gasto con medidas como las subastas de medicamentos, y garantizando el sostenimiento de los servicios públicos. Con especial cuidado para los afectados por la Ley de Dependencia.

Y es cierto que Andalucía adolece de muchos déficits, sobre todo en lo que al empleo, el lento desarrollo industrial y la productividad se refiere, pero ni los ha provocado Susana Díaz ni han ido a peor desde que ella está al frente del gobierno andaluz. Al contrario, Andalucía lidera la creación de empleo a nivel nacional, y a pesar del permanente boicot del Gobierno central y del propio PP Andaluz, es la Comunidad que más dinero invierte para hacer posible la creación de nuevas empresas o en planes de I+D+i. Y todo ello, como muy a regañadientes tuvo que admitir el ministro Montoro, cumpliendo sus leoninos y poco inocentes imposiciones presupuestarias.

Susana Díaz preside el gobierno que ha devuelto a los trabajadores públicos los niveles salariales mermados por decisión del Gobierno central y que ha recuperado derechos laborales cercenados por el Partido Popular, entre ellos la jornada de 35 horas semanales.

Ha afrontado con éxito la mayor situación de distanciamiento entre los usuarios de los servicios públicos y la administración andaluza a la que ha tenido que dar respuesta, y ha sabido satisfacer las reivindicaciones de las plataformas ciudadanas en defensa de la sanidad pública, poniendo fin a un malestar popular evidente, cuya mayor expresión fue el salto al estrellato del médico Jesús Candel Spiriman. El propio héroe agradeció públicamente el papel jugado por Susana Díaz en la resolución del conflicto, elogió su “actitud de entrega”, y dio por terminada aquella guerra ente los profesionales sanitarios, los usuarios y la Junta de Andalucía.

La misma Susana cuyo modelo de liderazgo aportó 20 de los 85 diputados obtenidos por el PSOE en las últimas elecciones generales, frente a los siete aportados por Madrid o los siete de Cataluña. Uno de cada tres frente a uno de cada cinco.

A pesar de todo ello, abierta y belicosamente, hay quienes pretenden hacer campaña situando a Susana Díaz como el enemigo en casa, subalterna del PP y fuera de la izquierda. Quienes le reprochan haberse sumado a la mayoría que optó por desbloquear la gobernabilidad y preservar al PSOE de una mayor pérdida de poder parlamentario, y de una segunda, fallida y humillante sesión de investidura.

Hoy que, desde la Oposición, el PSOE está cumpliendo bastantes de los mismos compromisos electorales y que el trabajo de los diputados socialistas está logrando imponer al PP iniciativas parlamentarias que ya benefician a millones de personas y que no serían posibles con una izquierda aún más debilitada, entre la propuesta beligerante de quienes han fracasado y debilitado al partido, y el discurso de quien ha sabido mantener la fortaleza del PSOE y ponerla frente al Partido Popular, es momento de apostar #PorunPSOEganador.

#YoconSusana