Publicado en Iris Press Magazine
El debate del domingo en La Sexta supuso un revés para el equipo de Pedro Sánchez. El formato cara a cara entre los candidatos o sus representantes, solo favorecería la estrategia del ex secretario general si los otros dos entran al trapo de las descalificaciones y del ajuste de cuentas reparador para el Sánchez defenestrado y ahora “tercer resucitado de la Historia” (Andrés Perelló dixit).
El debate del domingo en La Sexta supuso un revés para el equipo de Pedro Sánchez. El formato cara a cara entre los candidatos o sus representantes, solo favorecería la estrategia del ex secretario general si los otros dos entran al trapo de las descalificaciones y del ajuste de cuentas reparador para el Sánchez defenestrado y ahora “tercer resucitado de la Historia” (Andrés Perelló dixit).
Pero todo parece indicar que López y Díaz
ignorarán esa estrategia. Y si dejan solos a los de Sánchez en sus maniobras
para dividir el partido entre golpistas y/o traidores y apóstoles de la mística e inmaculada
pureza de su candidato, y apuestan por defender liderazgos centrados en el PSOE
y en ofrecer a los españoles una propuesta de futuro,
transformadora y a largo plazo, Pedro Sánchez tendrá muy difícil presentarse
ante la militancia socialista como el hombre que podrá unir al PSOE. Habrá
dejado en el camino de las primarias tal reguero de insidias y sospechas
que, en el remotísimo caso de llegar a ser el más votado, impediría la integración.
Poco coherente sería formar equipo con aquellos a los que ayer mismo negaba el
derecho a llamarse socialistas y de izquierdas.
El problema hoy para Pedro Sánchez es que han
sido tantas y tan gruesas las acusaciones -sin pruebas- y descalificaciones, que salir de ese
bucle de violencia verbal entre compañeros no le será tarea fácil. Más bien,
casi imposible. Es por eso que, en vez de replantearse si de verdad quiere ser
el líder fuerte de un partido fuerte, ha optado por incrementar la intensidad
de sus ataques y fomentar la desconfianza en el proceso de los
socialistas. Ver a todo un José Antonio Pérez Tapias avisar maliciosamente (que
tonto ya sabemos que no es) de “¡tongo,tongo!” a través de Twitter, o a los que andan
sembrando de dudas y acordando en inconfesables cenáculos titulares estremecedores sobre la financiación de las campañas y previsibles pucherazos es, sencillamente, lamentable. Y
tramposo.
Tanto López como Díaz han aceptado que sus
ingresos y gastos de campaña se gestionen a través de cuentas habilitadas por
el propio partido para el proceso de primarias. Podrán ser
fácilmente fiscalizados, y quien quiera explicaciones sabrá dónde encontrarlas.
Contrasta con la falsa transparencia que preconiza la candidatura de Sánchez,
oculta tras el muro protector del denominado Bancal
de Rosas. Una asociación ajena al partido desde la que se pretende
influir en el futuro inmediato del PSOE con premeditada opacidad, justificada
-en su fratricida hoja de ruta- en salvaguardar de represalias a quienes tengan la valentía de apoyar
al renacido. Es osado, hay que decirlo, que Pedro
Sánchez vaya por ese camino con sus antecedentes tan cercanos en el tiempo.
Bien dice la sabiduría popular que se cree el ladrón que todos son de su
condición. Y es cómicamente contradictorio hacer gala de campaña transparente, que rebosa locales y plazas, y con una gran presencia en las redes sociales, para luego andar
reclamando el anonimato de sus apoyos. Muy Monty
Python.
Llegados a este punto, la campaña de Pedro
Sánchez anda angustiada y necesitada de un hito que justifique su estrategia. Y
ya han fijado un objetivo: Mario Jiménez.
De forma poco disimulada y muy coordinada,
las huestes del sancherío se han lanzado a una subcampaña de
acoso y derribo del portavoz de la Gestora socialista dentro de la propia
campaña de primarias. Acusan al diputado ora de una supuesta incompatibilidad
entre su cargo en el Parlamento Andaluz y el de la Gestora, ora de no ser imparcial en el proceso de primarias. El plan pasa por tensionar al máximo las
relaciones entre la Gestora y los candidatos, de forma que para evitar daños
mayores y el solaz de los medios de comunicación -que gozan como gorrinos en un
lodazal con estas primarias-, y para proteger al PSOE del daño que ya por sí
mismo le inflige Pedro Sánchez, se ofrezca en bandeja la cabeza de Jiménez. En
el imaginario del sancherío,
supondría una primera victoria que insuflaría necesitados ánimos en sus
desconcertadas filas, que aún no han comprendido ni digerido que Patxi y Susana
hayan decidido tener estrategias propias, alejadas del amortizado y cansino no es no y de la épica casi bíblica de su
guía. Insistir
en que la promesa del no es no, en detrimento del propio programa electoral, era
la gran baza del candidato socialista a presidir el Gobierno de
España tras las elecciones del 26J, obliga a recordarles que ¡¡¡FUE UN
AUTÉNTICO FRACASO!!!, y que llevó al PSOE al peor resultado de su historia,
dejándose en el camino cinco diputados más que sumar a los veinte que ya había
perdido Pedro Sánchez solo unos meses antes; y brindando doce escaños más al
Partido Popular. Es extraordinario que un candidato ciña su hoja de
ruta en una propuesta probadamente fallida y que solo aportó al Partido Socialista otra humillante sangría de votos. Por eso
están tan necesitados de más división y nuevas tácticas. De sembrar
sospechas de tongo y pucherazo, y señalar responsables. En este caso, Mario Jiménez.
Es difícil que los de Sánchez se salgan con
la suya. Sería dar carta de naturaleza a la división entre socialistas buenos y socialistas
malos. Y a estas alturas, empieza a ser palpable el fracaso de esa táctica.
Al contrario, a este ritmo, la guerrita
de Pedro no hace más que
devaluar su perfil presidencial y alejarle del liderazgo social que el PSOE
debe resolver en su 39 Congreso.