miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Salvar una campaña fallida con la cabeza de Mario Jiménez?

Publicado en Iris Press Magazine

El debate del domingo en La Sexta supuso un revés para el equipo de Pedro Sánchez. El formato cara a cara entre los candidatos o sus representantes, solo favorecería la estrategia del ex secretario general si los otros dos entran al trapo de las descalificaciones y del ajuste de cuentas reparador para el Sánchez defenestrado y ahora “tercer resucitado de la Historia” (Andrés Perelló dixit).

Pero todo parece indicar que López y Díaz ignorarán esa estrategia. Y si dejan solos a los de Sánchez en sus maniobras para dividir el partido entre golpistas y/o traidores y apóstoles de la mística e inmaculada pureza de su candidato, y apuestan por defender liderazgos centrados en el PSOE y en ofrecer a los españoles una propuesta de futuro, transformadora y a largo plazo, Pedro Sánchez tendrá muy difícil presentarse ante la militancia socialista como el hombre que podrá unir al PSOE. Habrá dejado en el camino de las primarias tal reguero de insidias y sospechas que, en el remotísimo caso de llegar a ser el más votado, impediría la integración. Poco coherente sería formar equipo con aquellos a los que ayer mismo negaba el derecho a llamarse socialistas y de izquierdas.

El problema hoy para Pedro Sánchez es que han sido tantas y tan gruesas las acusaciones -sin pruebas- y descalificaciones, que salir de ese bucle de violencia verbal entre compañeros no le será tarea fácil. Más bien, casi imposible. Es por eso que, en vez de replantearse si de verdad quiere ser el líder fuerte de un partido fuerte, ha optado por incrementar la intensidad de sus ataques y fomentar la desconfianza en el proceso de los socialistas. Ver a todo un José Antonio Pérez Tapias avisar maliciosamente (que tonto ya sabemos que no es) de “¡tongo,tongo!” a través de Twitter, o a los que andan sembrando de dudas y acordando en inconfesables cenáculos titulares estremecedores  sobre la financiación de las campañas y previsibles pucherazos es, sencillamente, lamentable. Y tramposo.

Tanto López como Díaz han aceptado que sus ingresos y gastos de campaña se gestionen a través de cuentas habilitadas por el propio partido para el proceso de primarias. Podrán ser fácilmente fiscalizados, y quien quiera explicaciones sabrá dónde encontrarlas. Contrasta con la falsa transparencia que preconiza la candidatura de Sánchez, oculta tras el muro protector del denominado Bancal de Rosas. Una asociación ajena al partido desde la que se pretende influir en el futuro inmediato del PSOE con premeditada opacidad, justificada -en su fratricida hoja de ruta- en salvaguardar de represalias a quienes tengan la valentía de apoyar al renacido. Es osado, hay que decirlo, que Pedro Sánchez vaya por ese camino con sus antecedentes tan cercanos en el tiempo. Bien dice la sabiduría popular que se cree el ladrón que todos son de su condición. Y es cómicamente contradictorio hacer gala de campaña transparente, que rebosa locales y plazas, y con una gran presencia en las redes sociales, para luego andar reclamando el anonimato de sus apoyos. Muy Monty Python.

Llegados a este punto, la campaña de Pedro Sánchez anda angustiada y necesitada de un hito que justifique su estrategia. Y ya han fijado un objetivo: Mario Jiménez.

De forma poco disimulada y muy coordinada, las huestes del sancherío se han lanzado a una subcampaña de acoso y derribo del portavoz de la Gestora socialista dentro de la propia campaña de primarias. Acusan al diputado ora de una supuesta incompatibilidad entre su cargo en el Parlamento Andaluz  y el de la Gestora, ora de no ser imparcial en el proceso de primarias. El plan pasa por tensionar al máximo las relaciones entre la Gestora y los candidatos, de forma que para evitar daños mayores y el solaz de los medios de comunicación -que gozan como gorrinos en un lodazal con estas primarias-, y para proteger al PSOE del daño que ya por sí mismo le inflige Pedro Sánchez, se ofrezca en bandeja la cabeza de Jiménez. En el imaginario del sancherío, supondría una primera victoria que insuflaría necesitados ánimos en sus desconcertadas filas, que aún no han comprendido ni digerido que Patxi y Susana hayan decidido tener estrategias propias, alejadas del amortizado y cansino no es no y de la épica casi bíblica de su guía. Insistir en que la promesa del no es no, en detrimento del propio programa electoral, era la gran baza del candidato socialista a presidir el Gobierno de España tras las elecciones del 26J, obliga a recordarles que ¡¡¡FUE UN AUTÉNTICO FRACASO!!!, y que llevó al PSOE al peor resultado de su historia, dejándose en el camino cinco diputados más que sumar a los veinte que ya había perdido Pedro Sánchez solo unos meses antes; y brindando doce escaños más al Partido Popular. Es extraordinario que un candidato ciña su hoja de ruta en una propuesta probadamente fallida y que solo aportó al Partido Socialista otra humillante sangría de votos. Por eso están tan necesitados de más división y nuevas tácticas. De sembrar sospechas de tongo y pucherazo, y señalar responsables. En este caso, Mario Jiménez.

Es difícil que los de Sánchez se salgan con la suya. Sería dar carta de naturaleza a la división entre socialistas buenos y socialistas malos. Y a estas alturas, empieza a ser palpable el fracaso de esa táctica. Al contrario, a este ritmo, la guerrita de Pedro no hace más que devaluar su perfil presidencial y alejarle del liderazgo social que el PSOE debe resolver en su 39 Congreso. 
De mi admirado compañero Alejandro Capuano.