viernes, 16 de junio de 2017

Moción de censura: 1-1-0. Regreso al futuro



L
a Moción de Censura ha fracasado. Rajoy sigue siendo Presidente del Gobierno. Aparentemente fortalecido y arropado por 170 diputados que defienden su continuidad en La Moncloa. Sólo 82 de los 350 que conforman el Hemiciclo le han pedido que se vaya. 98 diputados, incluidos los del PSOE, se han puesto de lado y permitido con su abstención (“abstenerse tampoco es tan grave”, ha llegado a decir el socialista José Luis Ábalos en su esperada intervención), que el PP se mantenga en el Gobierno.

No puede, empero, decirse que Podemos haya fracasado. A solo tres días del Congreso del PSOE, Irene Montero abrió con fuerza la #MociónParaEcharlos. Ejerció con solvencia y efectividad su función de crear un contexto en la Cámara Baja (y en el país) sobre el que sostener la Moción. Lo logró sin las estridencias que se esperaban del Podemos chusco que unos días antes denostaba el Parlamento y trasladaba la única victoria “posible” a las calles. Montero cumplió. El Presidente del Gobierno -y del PP- no logró neutralizar el pliego de acusaciones de la que se reveló como nueva estrella del parlamentarismo español. Al contrario, y a su pesar, acusó recibo y dio carta de naturaleza al Debate de Censura.

El Pablo Iglesias que se propuso como Presidente del Gobierno no tenía nada que ver con el diputado gamberro y faltón que el año pasado arrojó cal viva sobre los escaños del PSOE, buscando el sorpasso. El Pablo Iglesias de este martes y trece se ha manifestado como el líder de la formación política que ha sabido describir un país secuestrado en una situación insostenible, y ha señalado con acierto al único responsable: el Partido Popular.

La degradación de las instituciones públicas ha rebasado todos los límites por la osadía de un PP que ha despreciado el voto de confianza que, a pesar de todo, recibió en diciembre de 2015 y junio 2016. En minoría y debilidad, los charranes han sido incapaces de resistirse a la tentación de seguir actuando como si el Estado fuera su feudo.

Han sobrepasado su probada temeridad, e incrementado a ojos vista su manipulación de los estamentos judiciales ante el envenado calendario judicial que se cierne sobre decenas de populares de ilustre nombre. Y, ahora sí, salpica al Gobierno. De cada nuevo escándalo surge un nuevo hilo de investigación que da cobertura a la trama como argumento. A Rajoy se le ha ido de las manos. Ya no puede seguir esgrimiendo como excusa su esquizofrénica dualidad como presidente del Gobierno y del PP. No hay separación. El Gobierno ya es protagonista directo de la asfixiante corrupción. Raciona con una mano sólidos argumentarios sobre transparencia y prevención, mientras con la otra maneja los resortes del Poder Judicial para que sus propias medidas no se vuelvan contra ellos.

Establecer el grado de degradación al que ha llegado este país, y dejar constancia del mismo en el Diario de Sesiones, es el primer gran éxito de la Moción de Censura.


S

ituar al nuevo PSOE en el punto de partida que dio pie a la cruenta batalla de las Primarias es el segundo. “La verdadera moción de censura tuvo lugar en marzo de 2016”, acertó a lamentar el secretario de organización in pectore del nuevo PSOE. El lacónico canutazo de Ábalos llegó por los pelos a los informativos mientras en el Congreso se estaba celebrando un banquete de Platón al que los  socialistas llegaron a los postres y cuando los comensales ya habían expresado sus alabanzasY eso que Joan Tardà prácticamente llegó a anunciar la proclamación de la República Catalana si el referéndum ilegal del 1 de octubre así lo ordena, sin que la bancada popular organizara una de sus habituales algaradas. Ya en el desayuno, un Ábalos conciliador y paternalista, realista y preciso, pronunció la frase por la que será recordado el ya ungido número tres del PSOE: “A veces abstenerse tampoco es tan grave”. Revelación que acompañó esgrimiendo un documento interno publicado por Público el pasado 29 de mayo, que, en el imaginario del Ábalos, desmontaba todo lo escuchado en el Hemiciclo el día anterior. Bien leídos, los papeles de Podemos muestran una estrategia y un calendario que Iglesias y los suyos están ejecutando con precisión de orquesta sinfónica.

Lo cierto es que, en ausencia del PSOE, Podemos ha logrado trasladar a la calle, sin aspavientos ni gamberradas, lo oportuno de una medida como la Moción de Censura. Tanto la exposición de motivos de Irene Montero como las propuestas de Pablo Iglesias entran dentro de lo razonable. Cuanto menos, de lo debatible. Incluso en la temida cuestión territorial. Al extremo que los portavoces de Bildu y ERC, más que anunciar, riñeron con amargor los síes “críticos” que aportaron a la moción. Defraudados por la nula complicidad del Candidato para con la causa y el calendario secesionista. Iglesias supo endosar al Partido Popular el insostenible grado de enfrentamiento y el haber dado alas al Process, y se ofreció dispuesto a explorar, desde otra óptica de Gobierno y voluntad de consenso, vías para dialogar un encaje dentro de la legalidad que satisfaga “a todas las partes”, y que enfríe el deseo de los catalanes “que quieren irse de España”.

A
lbert Rivera ha sido el más beneficiado del Debate. El joven líder de Ciudadanos supo interpretarse con habilidad como una suerte de Macron español. Mostró que, con sus 32 diputados, es quien maneja los ases de la cruda partida que está suponiendo la XII Legislatura. Sin ellos, sólo un acuerdo extra constitucional entre los partidos de la izquierda y las fuerzas secesionistas (incluidos los abstencionistas del PdeCAT) podría poner fin, hoy mismo, al Gobierno del Partido Popular. Rivera sabe que es un acuerdo imposible al que el PSOE, con o sin Pedro Sánchez al frente, siquiera puede asomarse. Cualquier alternativa plausible pasa irremisiblemente por la mesa del presidente de Ciudadanos. Si el PP es el problema, vino a defender Rivera, esto no va de ideologías. Va de compromisos que excluyen cualquier veto a los LibDem españoles. Ante quien no admita la inexorable realidad, Rivera defendió sin rubor ni turbación alguna su no a la Moción de Censura, y reclamó que continúe la Legislatura. Que cada uno haga lo que pueda para que sea la última del PP. Cree su caparazón ideológico y propositivo, e intente ganar las próximas elecciones. Si no tienen ustedes una propuesta mejor, por favor… no molesten. Estamos legislando. Ciudadanos votó no.

Rajoy seguirá gestionado la inevitable e irreversible decrepitud del PP desde La Moncloa; cómodamente, a la española. Iglesias no pierde ni un ápice de apoyo y roba con habilidad para Podemos el cartel del pacto a la portuguesa. Rivera acomoda un contenedor para votos del PP y del PSOE. A la francesa. Y los socialistas salen de la Moción atrapados de nuevo en la extravagante abstención sin obtener ningún rédito político. Pergeñando el férreo blindaje de Ferraz. A la Sánchez.

La moción, estratégicamente situada en el calendario congresual del PSOE, exigía un rotundo no de los socialistas. No hay caminos alternativos por imposición. No son efectivos. Podemos ha atinado trasladando que la suma de síes y abstención superaban a los 170 noes. Pablo Iglesias ha legitimado su artimaña parlamentaria, y confirmado sus propias declaraciones a El Progreso,  convencido de que, efectivamente “la moción de censura ya ha triunfado donde tiene que triunfar, que es a nivel social (...)”. El #39Congreso y el regreso del nuevo y podemizado Sánchez, apenas infligirán un leve arañazo en las filas y el electorado de los morados. Iglesias se ha erigido en líder de facto de la Oposición. Al menos, a la espera de que un Pedro Sánchez autoexcluido del Hemiciclo defina estrategia y espadachines parlamentarios. Iglesias ha perpetrado con audacia el sorpasso psicológico, y lo ha acompañado de palabras conciliadoras, el abrazo del oso, para el secretario general de los socialistas, al que ha ofrecido “la fuerza de Podemos” si quiere alzarse con éxito como ariete de la que expone como ya iniciada derrota de régimen popular. Al mismo tiempo, la poderosa maquinaria 2.0 de los círculos eleva a recurrentes trending topics etiquetas como #HayAlternativaAlPP (o #IreneEresEjemplo), y convierte en una auténtica pesadilla el time line de Pedro Sánchez en las redes sociales a cuenta de la nueva abstención del PSOE. Habrá que esperar al próximo domingo para conocer "la alternativa" de Pedro Sánchez.   

Sánchez llegará al Pabellón 3 de Ifema forzado a superar el previsible “exijo la inmediata dimisión del Presidente de Gobierno” [Fin de la cita, ovación y aplausos] con el que se da por hecho que responderá a las exigentes redes sociales que le recuerdan insistentemente  que...

En su carta El PSOE siempre a la altura, publicada este jueves en El Mundo, el líder socialista ha manifestado “abiertamente” su voluntad de “conseguir cuanto antes una amplia mayoría parlamentaria en el Congreso”. Y, en cierto modo ha compartido, en forma de advertencia, la reflexión ya planteada por Albert Rivera: “Si continúan los vetos buscaré decididamente ese apoyo mayoritario al cambio en las urnas”, ha escrito. En su epístola, el resucitado Sánchez ha anunciado ”una oposición al servicio de la mayoría social” y “una alternativa solvente” para la que generará “un espacio de encuentro con las fuerzas del cambio y los actores sociales”. Y para que no quepa duda, ha añadido algo de metodología: “A crear ese espacio de diálogo y trabajo parlamentario conjunto llamaremos a las fuerzas del cambio y a los colectivos sociales”. Puro Sánchez.

Albert Rivera, ha rechazado cualquier pacto con “el sectario Pablo Iglesias”, aunque haya deslizado -con maliciosa audacia- no saber  “qué pasaría” con Errejón “u otros liderazgos”. "Hay que ganar a los conservadores en las urnas", ha dicho para reiterar su posición en la Moción de Censura, escogiendo con olfato y gran acierto sus palabras.

El irónico calendario político ha situado de nuevo a Pedro Sánchez en la tesitura de tener que convencer a Podemos, y no a Ciudadanos, si es que pretende liderar una alternativa a Mariano Rajoy sin haber ganado las elecciones generales. Dèjá vu. Aunque si algo ha demostrado Sánchez, y hay que reconocérselo, es su capacidad de renacer una y otra vez en la adversidad. Pero en todas sus reencarnaciones se encuentra con los mismos actores, Mariano, Albert, Pablo, Puigdemont, Tardá… viviendo aún su primera y única, la misma, vida política. Sánchez ha querido que el 39 Congreso diera marcha atrás en el tiempo para reescribir el 1 de octubre de 2016. Pero el delorian se ha pasado de frenada y le ha situado, otra vez, en marzo de 2016. El día de la marmota. 


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A
hora que la Oposición al Gobierno ha regresado de las calles al Parlamento, aquí el único que se expresa con claridad es, como siempre, el imbatible Mariano Rajoy.