Publicado en IrisPress Magazine.
En el momento que Pedro Sánchez decidió fulminar a Tomás Gómez y dinamitar la democracia interna de la que hoy se proclama único paladín, se cumplió la autoprofecía que el propio Gómez lanzó cuando algunos secretarios generales de las federaciones socialistas se conjuraron para frenar el paso al diputado vasco Eduardo Madina. "Te voy a apoyar, pero sé que me vas a matar en cuanto puedas", se cuenta que espetó el cesado ex secretario general. Así se recoge en dos libros de obligada lectura para entender el freno que impide a la izquierda gobernar en este país. Al fondo a la izquierda, del maestro de periodistas Jesús Maraña, y sobre todo, El PSOE en el laberinto, de la redactora de Antena 3, Ainara Guezuraga, un documentado relato sobre Sánchez que leen con deleite sus detractores y que detestan sus acólitos.
En el momento que Pedro Sánchez decidió fulminar a Tomás Gómez y dinamitar la democracia interna de la que hoy se proclama único paladín, se cumplió la autoprofecía que el propio Gómez lanzó cuando algunos secretarios generales de las federaciones socialistas se conjuraron para frenar el paso al diputado vasco Eduardo Madina. "Te voy a apoyar, pero sé que me vas a matar en cuanto puedas", se cuenta que espetó el cesado ex secretario general. Así se recoge en dos libros de obligada lectura para entender el freno que impide a la izquierda gobernar en este país. Al fondo a la izquierda, del maestro de periodistas Jesús Maraña, y sobre todo, El PSOE en el laberinto, de la redactora de Antena 3, Ainara Guezuraga, un documentado relato sobre Sánchez que leen con deleite sus detractores y que detestan sus acólitos.
Todos supimos entonces que Pedro
Sánchez y César Luena mentían cuando expresaban los motivos que les llevaron a
tomar la decisión de cesar a la dirección salida del 12 Congreso Regional, y al
candidato elegido en un proceso de las hoy sacrosantas primarias. Gómez no
estaba incurso en ninguna investigación; era rotundamente falso que estuviera a
punto de ser imputado por ningún delito. Respecto de las expectativas
electorales, la otra excusa, el propio Pedro Sánchez reunió en las urnas
incluso menos apoyos que los que los sondeos otorgaban al PSOE de Madrid para
las autonómicas de 2015. Nunca sabremos si Gómez hubiese obtenido más o menos
sufragios que Sánchez. Sánchez impidió que pudiera saberse.
Personalmente, opino que Tomás Gómez
es un político como pocos que haya conocido: es honesto, es de izquierdas y
defendió un discurso propio para Madrid. También es cierto que como líder del
PSM no pudo evitar una nueva mayoría del peor y más corrupto PP, el de
Esperanza Aguirre. No logró que el PSOE fuera el partido de referencia para los
madrileños, y no puso fin a las sempiternas luchas intestinas del socialismo
capitalino, protagonizadas desde hace décadas por las seculares familias heredadas
de la vieja FSM. A pesar de todas sus promesas, que siempre creí sinceras, fue
incapaz de imponerse a la mesa camilla, cuyos habituales comensales
estuvieron para recibirlo con los brazos abiertos, y tenían previsto un
cerrajero de guardia para despedirlo.
También sabíamos que el verdadero y
único objetivo de Sánchez era despojar al PSOE madrileño de identidad propia,
recuperando el carácter de distrito federal, con el que se ha venido ahogando a la federación
socialista para que no reconozca más liderazgo que el emanando en la calle
Ferraz. Al punto de promover con éxito hasta el cambio de nombre del Partido
Socialista de Madrid a un lacónico y franquiciado PSOE-M. La defenestración de
Tomás Gómez abrió una herida que permanece sin suturar.
Ese el motivo por el que no pocos
militantes del PSOE de Madrid hemos visto en la candidatura de Eusebio González,
auspiciada por el propio Gómez, un intento de volver al 11 de febrero de 2015 y
buscar justicia y reparación. Algo
que, es cierto, se ha negado a Gómez y su equipo. No hay más que echar un
vistazo a los muros y time lines de los más
aguerridos tomasistas de ayer, jaboneros de
hoy, para ver que, por más mensajes que lance su candidato, el
espíritu que les posee se remite a aquella fatídica fecha. Desde
los más profundos aprecio, admiración y respeto que siento por Gómez y
González, no es lo que quiero para el PSOE de Madrid.
Por su parte, José Manuel Franco
es un discreto diputado, casi desconocido para los votantes madrileños, que
lleva sentado en la Asamblea de Madrid desde su IV Legislatura. Llegó de la
mano de Joaquín Leguina, permaneció con Simancas, con Gómez, y otra vez
con Simancas y Ángel Gabilondo. Aunque no es tan célebre como otros de sus
insignes guardianes, Franco es un destacado miembro de la mesa camilla, en la que ocupa asiento preferente desde sus primeros
tiempos, y desde la que ha participado activamente en todos sus banquetes.
Franco representa el perfil bajo que
Pedro Sánchez quiere mantener para el socialismo de Madrid. Buena prueba de
ello fue su ausencia en el debate celebrado el pasado sábado en la Agrupación
Centro de la capital. Franco fue sustituido por Francisco Linde,
"Pancho", un hombre del círculo personal más cercano a Pedro Sánchez
desde que ambos dirigieron las Juventudes Socialistas de Tetuán. Tal fue el
empeño de Pancho en exaltar a su amigo de juventud y renacido secretario
general del PSOE, que prácticamente olvidó que hablaba en nombre de José
Manuel Franco para unas primarias a las que Sánchez no concurre.
De alguna forma, lo que la
candidatura de Franco ofrece es paz por territorios. Un reparto de puestos
en la ejecutiva regional y en las listas electorales pactado en la mesa camilla, a cambio de deponer
cualquier protagonismo que haga sombra a Pedro Sánchez en su "distrito
federal".
Un cambalache que pasa por mantener a
Ángel Gabilondo como cartel electoral, un independiente que transciende las
siglas del actual PSOE de Madrid. El problema es seguir ignorando que, sin
romper el secular statu quo de la mesa camilla, parece que, a
tenor del último sondeo conocido para Madrid, el
respetado y venerado catedrático de Metafísica, no alcanzaría ni de lejos
el resultado de 2015. El habitual estudio publicado por El País con motivo del Día de la Comunidad, desvelaba que si se
celebraran elecciones, el PSOE quedaría como última fuerza política, por detrás
de PP, Podemos y Ciudadanos. Lejos de poder liderar una mayoría alternativa a
la de Cristina Cifuentes -que perdería hasta 12 escaños- con los morados de
Pablo Iglesias sin que Albert Rivera la bendiga. A todas luces, la ausencia de
una identidad propia para el socialismo madrileño sigue siendo el gran lastre
del PSOE para ofrecer a Madrid una alternativa al Partido Popular. Y un
impedimento para que los madrileños sepan del excelente trabajo que Gabilondo
hace cada día por todos ellos.
Sondeo de Metroscopia publicado por El País con motivo del Día de la Comunidad de Madrid |
Ante tal desazonador panorama, ha
irrumpido en el proceso de primarias el joven alcalde de Soto del Real Juan
Lobato. Acompañado de un nutrido grupo de militantes de base y –también- otros
cargos públicos que apuestan por renovar, de verdad, el PSOE de Madrid. Lobato
y su equipo concurren a estas primarias libres de cargas, sin rencores
acumulados y sin tutelas. Sin que nadie de la mesa camilla los haya
reivindicado como propios. Hasta ahí todo bien. No es nada realmente novedoso
que surjan candidaturas ajenas a las familias. Que se lo
pregunten al histórico Enrique del Olmo.
Lo que sí lo es novedoso, y mucho, es
la fuerza con la que Lobato ha entrado en la carrera por la secretaría general
del PSOE de Madrid. Sin padrinos, ajeno al aparato, Lobato sorprendió el pasado
domingo al registrar los avales necesarios para disputar, de tú a tú, el
liderazgo del socialismo capitalino a los candidatos de Sánchez y Tomás Gómez,
los que, como se esperaba, también han reunido los avales exigidos por la
normativa del 13 Congreso.
Lobato se presenta con un sólido
programa, muy completo y detallado en todas las áreas, que sin duda
representa fielmente los valores que se suponen a las bases del nuevo PSOE surgido tras el 39 Congreso.
Algo que no ha pasado desapercibido para los militantes que sueñan un PSOE que pueda
y sepa liderar la izquierda madrileña.
Lobato ha propuesto un PSOE para
Madrid. “De izquierdas, renovado, abierto, activo y comprometido con los madrileños";
con una solida implantación territorial. Un modelo de partido que ya ha liderado con
éxito en la agrupación de Soto del Real, el municipio del que es el primer
alcalde socialista en más de ochenta años, tras imponerse en las urnas al
imbatible Partido Popular.
Lobato ha diagnosticado con inusitada
certeza el porqué de la situación del PSOE de Madrid. "La unidad es un
valor fundamental" dijo el sábado en el debate ante la militancia,
"pero unidad no significa juntarnos el 3 % de los que somos cargos
públicos y volvernos a repartir esos cargos. Eso no es unidad, ¡eso es
pasteleo!", denunció con rotundidad en un discurso fresco y poco habitual
entre los candidatos en estas contiendas. Directo a la raíz del problema: la
mesa camilla. Lobato concurre a las primarias avalado por cientos de militantes
socialistas y con el firme compromiso de acabar de una vez para siempre con
la endogamia de las familias.
Para ello, Lobato propone que las
candidaturas electorales abiertas sean decididas por la militancia en listas
abiertas, por voto individual y secreto. Una poderosa herramienta para
recuperar las riendas del PSOE en las instituciones y acabar para siempre con
la mesa camilla. Si las actas de concejal, los escaños y los puestos en
consejos de administración dejan de ser moneda de cambio para dirigir el
socialismo madrileño, las familias habrán perdido su propia razón de existir.
Lobato ha garantizado la unidad de
acción con la dirección federal de Pedro Sánchez. "¡Por supuesto!",
afirma. Nada en el programa del candidato aupado por las bases debería hacer
temer al Secretario General que no vaya a ser así. Pero reclama para el PSOE de
Madrid una identidad que se la ha venido negando reiteradamente a fuerza de
componendas articuladas de espaldas a los militante y a los intereses de los
ciudadanos. Son los propios Estatutos Federales del PSOE los que
establecen, como recuerda el joven diputado sotorrealeño, que “la posición
política federal es la suma de las posiciones de cada federación". Y eso
debe incluir también a la federación de Madrid, para la que Lobato reclama una
posición política propia, protagonismo ante los madrileños. "Con seriedad,
con responsabilidad y con lealtad. Pero en cumplimiento de los Estatutos y de
las resoluciones del 39 Congreso".
En la página web del candidato,
Lobato y su equipo desarrollan un
detallado programa que fija con precisión las necesidades de Madrid y sus
habitantes, así como medidas creíbles que responden a un minucioso
trabajo de estudio y reflexión en todas las áreas que afectan al ciudadano.
Desde la Educación (con un completo apartado sobre tasas universitarias), la
Sanidad o la Dependencia, a políticas de Igualdad o Violencia de Género.
Pasando por la protección de menores, políticas de vivienda y urbanismo
responsable, participación ciudadana, o la necesaria implantación de medidas
para que la Ley de Memoria Histórica sea una realidad también en Madrid.
Con estos mimbres, la militancia del
PSOE de Madrid tiene en su mano decidir entre más de lo mismo, mesa camilla y
guerra de familias, o la oportunidad de tomar las riendas del
socialismo madrileño y apoyar a un candidato con fuerza, programa y
equipo.
Yo he decidido apoyar a Juan Lobato.