jueves, 21 de septiembre de 2017

Primarias PSM. De 'familias', debates y segunda vuelta


¿Habrá segunda vuelta en las primarias de los socialistas madrileños? 

Es la gran incógnita de los previos al 13 Congreso Ordinario del PSOE-M. Los pactos que se siguen tejiendo entre bambalinas e indiscretos grupos de WhatsApp, aventuran ya puestos de salida en las próximas listas electorales -que no serán pocas-, y ponen alegremente nombre y apellidos a parlamentarios, concejales y toda una corte de asesores (que la oposición tiene sus limitaciones) con sueldo público. La obra de ampliación de la mesa camilla, para favorecer el feliz reencuentro de todos los próceres aúlicos del socialismo madrileño que han prometido su propio 30 % de votos a José Manuel Franco, que de eso va la cosa, pasará a la historia de la carpintería. 

Las familias de ayer -de hoy y de siempre- se han conjurado tras proclamarse al alimón apóstoles del nuevo PSOE de Pedro Sánchez. No creen que haya vida institucional y orgánica propia para el PSOE de Madrid, y temen quedarse fuera del cariño federal. El armisticio madrileño tras el dramático 39 Congreso, está forjado por dizque tan poderosos patriarcas, que si sumaran todos los 30 % que cada uno ellos presume atesorar ("mis militantes hacen lo que yo les diga") el equipo de Franco ganaría las primarias con un 290 % de la militancia, que habrá consumido interminables colas para votar en una única y clarificadora primera vuelta.



A ello parece responder la negativa de José Manuel Franco, avalada por la dirección de Sara Hernández (el más reciente 30 % atraído por el candidato del aparato federal), a celebrar debates que respondan realmente al objetivo de los mismos. Microcoferencias encorsetadas de minutaje limitado sobre modelo de partido, sanidad y promesas no hacen un debate. Es un engaño llamarlas así. Un debate que se precie tiene que ser abierto, de asistencia libre para las bases, en un aforo que permita acoger al mayor número de militantes y medios de comunicación. La sede de Ferraz dispone de ese espacio y estoy seguro de que la dirección federal no pondrá objeciones. 

En un debate de 2017, además, se debe permitir confrontar ideas, permitir a los candidatos interpelarse y cuestionarse. Permitir  a los asistentes, militancia y prensa, lanzar pregunta a los candidatos para poder valorar sus respuestas, su defensa del proyecto socialista y su capacidad de liderazgo. Hay que verlos bregarse fuera del despacho.

Empero, el único formato que, de momento, ha aceptado José Manuel Franco, exige que el debate se realice en la minúscula sede de la calle Buen Suceso, limitando el acceso a una treintena de militantes (diez "seleccionados" por cada candidatura), con seguimiento vía plasma en sala contigua, y sin interacción entre los contendientes. Se da por seguro que Franco no aceptará, tampoco, el ya tradicional debate de primarias de Ser Madrid.

Y es que... con tanto 30 %, ¿merece la pena arriesgar una segunda vuelta?