jueves, 14 de septiembre de 2017

Propuestas rompedoras: ejecutivas pequeñas y operativas frente a agencias de colocación de apoyos


Continuando con las propuestas que Juan Lobato, el joven alcalde de Soto del Real, y su equipo están elaborando en sus encuentros diarios con las bases del socialismo madrileño, hay una, muy concretada, que me parece merecedora de una mención propia. Especialmente en el contexto del que se ha venido en denominar #nuevoPSOE, resultante del catastrófico alejamiento y estigmatización de la democracia representativa, a cuenta de las dos severas derrotas electorales y la negativa del anterior Comité Federal del PSOE a seguir una ruta de Pedro Sánchez que hoy, a la vista del desaguisado constitucional en Cataluña, nadie discute que desembocaba en unas terceras y fatales elecciones.

El compromiso adquirido por el candidato Lobato ante la militancia socialista establece que "el 50% de los integrantes de la ejecutiva no podrá ostentar cargos orgánicos ni institucionales para garantizar su independencia y dedicación. La ejecutiva será pequeña y operativa, integrará a todas las posiciones del partido y no será una agencia de colocación de apoyos".

Para ser realmente operativa, una ejecutiva debe ser pequeña, como promete Lobato. Pequeña y ejecutiva. Centrada en las necesidades de la ciudadanía, y no infladas con extravagantes atribuciones para aparentar diversidad y poder vestirla de integración. La dirección ejecutiva del partido no puede ser "una agencia de colocación de apoyos". 

Extracto de documento Un nuevo modelo de partido del Equipo Lobato
Ya me explicarán los gurús del nuevo socialismo qué operatividad puede ofrecer una comisión Ejecutiva que reúne en el mismo puente de mando una Secretaría de Política Municipal, un Adjunto de Política Municipal, uno de Provincias, cabildos y consells, uno de Pequeños municipios y hasta uno de Economía de las ciudades. Un Secretario de Movimientos Sociales y una Secretaria de Movimientos Sociales y Diversidad. Y un secretario de Montaña. En mi opinión, ninguna.

El desencuentro del fatídico 1 de Octubre (el del PSOE, no el próximo), hirió de muerte la democracia representativa en un partido que se denomina socialista. Pergeñar ejecutivas numerosas soslayan el papel que el PSOE sigue otorgando a los comités, en los que reside la soberanía de las bases. Abultadas de forma incongruente y artificial, esas ejecutivas devienen auténticas cortes que se arrogan la falsa representatividad del todo, con el único fin de imponer un único discurso en un partido que ha ofrecido sus mejores dividendos gracias a la confrontación de ideas.

Los secretarios generales no rinden cuentas ante sus ejecutivas. Rinden cuentas por el trabajo de sus ejectuvas. Ante la militancia, en los puntuales procesos de consulta, y de forma más cotidiana, ante los comités, a los que los Estatutos Federales, y las resoluciones del 39, siguen otorgando la labor de gobierno del PSOE entre congresos. Regular el modelo de dirección que necesita el PSOE, como propone Juan Lobato, es muy oportuno, y evitará esas ejecutivas que, sobredimensionadas, parecen en sí mismas un comité. Establecer la diferencia entre dirección y gobierno, empero, no debería ser necesario en un partido con 140 años de historia.