“No trabajan mujeres”. Fue uno
de los contundentes argumentos de la acusación ejercida por SantaLucía Seguros contra mí en el juicio celebrado ayer en Madrid. El mismo día que reunió millones
de mujeres de toda España en una histórica jornada reivindicativa, el representante
del gigante de los seguros intentaba convencer a la jueza de que era imposible
que ninguna mujer de su agencia de la calle General Ricardos de Madrid hubiese
inquirido telefónicamente a los clientes de Nico Ferrando en nombre de la
compañía. “Porque allí no trabajan mujeres”. La compañía pretende demostrar
que es falso que ex clientes de la aseguradora recibieron en 2014 llamadas de
teléfono en las que se les interrogó -“de forma que me resultó muy violenta”, declaró
ayer ante la jueza uno de los afectados- sobre si Nico Ferrando había logrado
venderles productos de SantaLucía Seguros a cambio de favores sexuales. Para la
compañía, el “caso Nico Ferrando” es un montaje organizado por este joven
agente de seguros para ocultar prácticas delictivas en su trabajo. Una gran ilusión,
creada por el delincuente Ferrando y sus cómplices, con falsos testigos y un periodista,
yo, dispuesto a dar cobertura en los medios de comunicación a semejante farsa.
Mantiene Nico Ferrando, por el
contrario, y lo explica con detalle en su libro Homofobia Seguros, un mundo sin protección, que las irregularidades
que se le imputan, son en realidad prácticas habituales de la compañía, no de
sus agentes, y que el único montaje es el expediente disciplinario que derivó
en su despido y posteriores querellas criminales por parte de la compañía, creados para echar tierra sobre la discriminación homofóbica que sufrió cuando trabajó para la aseguradora.
En un auténtico alarde de engreimiento,
la compañía asegura en una de las 114 páginas que forma el texto de la querella, que no hay
más que aplicar al "caso Nico Ferrando" el viejo principio científico y filosófico conocido como "La
navaja de Occam", que dice que “en
igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”.
Para SantaLucía Seguros "la explicación más sencilla" es que Nico
Ferrando ha confabulado toda una trama judicial y mediática, con personas -acólitos- dispuestas a cometer perjurio, con libro y con la campaña en las redes sociales #YoCreoaNicoFerrando. A esta dieron muestras de apoyo destacadas personalidades, como el fallecido Pedro Zerolo, las
diputadas y activistas Carla Antonelli y Ángeles Álvarez, y la mismísima
presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y
Bisexuales (FLGTB), Boti García Rodrigo. Boti firmó, además, el prólogo
de Homofobia Seguros. Y el libro lo presentaron en Madrid Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Rubén López, del Observatorio contra la LGTBIfobia, y el otra vez director de Diario Progresista, Antonio Miguel Carmona. Todos ellos, cabe suponer, seres incautos e inexperimentados en la materia, que creyeron la falsa trama de Nico y pusieron inocentemente su experiencia y prestigio al servicio de un vulgar delicuente. Apelando al monje franciscano, sostiene SantaLucía, empero, que es imposible creer que en el seno de una gran compañía cotizada
en bolsa como la suya, se haya podido fabricar un falso expediente disciplinario
para despedir a un trabajador. ¿A quién van a creer ustedes, a Nico Ferrando o
a Occam?
Otro argumento, en el que puso
verdadero empeño el letrado de la aseguradora, es que, en realidad, ni Ferrando ni ninguno de los trabajadores que prestan servicios en su agencia 172, agentes o directivos, son personal laboral de SantaLucía. Por ello, si hubiera lugar a reproche, si se hubiesen
producido la persecución, el acoso y la discriminación laboral LGTBIfóbica que denuncia Nico Ferrando, la compañía no tendría ninguna responsabilidad. Es
decir, que si en las empresas que trabajan en exclusiva para SantaLucía Seguros
se produjeran irregularidades o delitos de odio, el prestigio de la centenaria
aseguradora española no tendría por qué verse perjudicado.
Es algo así como afirmar
que es injusto cuestionar el buen nombre de las grandes marcas de ropa o
calzado deportivo, que se han visto salpicadas en sonados escándalos de explotación y condiciones laborales de cuasi esclavitud para mujeres y niños que manufacturan
sus productos en zonas en vías de desarrollo. Es, por cierto, desolador recordar que en
2018 expresiones como “en vías de desarrollo” -o subdesarrollo- mantienen plena
vigencia.
¿Por qué habría de sufrir el
buen nombre de Zara, por citar un ejemplo, si los explotados no
dependen de Inditex? ¡Señalen ustedes a los verdaderos explotadores!
No a quien goza de la mayor fortuna del mundo. ¡No injurien! No calumnien a la
empresa de Don Amancio Ortega, que él ni siquiera conoce a los explotados. Por analogía, si en el seno de una empresa
que vende exclusivamente productos de SantaLucía Seguros, y cuyos trabajadores se
identifican como agentes de SantaLucía Seguros, se produjeran irregularidades y
delitos, decir que esto ha ocurrido en el seno de SantaLucía Seguros constituye
nada menos que una injuria y una calumnia. Es más, tal y como ayer solicitó para
mí el abogado de SantaLucía Seguros, los artículos sobre el "caso Nico Ferrando" que vengo escribiendo desde el año 2014, y sí, tengo miedo a ser condenado, son acreedores de dos años de prisión
por la injuria y otra pena por la calumnia.
Este post está basado en la vista oral del juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal de Madrid el jueves 8 de marzo de 2018. La sesión quedó grabada y cierra los autos de la querella criminal interpuesta por SantaLucía Seguros.
NOTA: Quiero manifestar desde aquí mi agradecimiento a las cientos de personas que entre ayer y hoy me habéis enviado mensajes de apoyo. Y muy especialmente a mi compañero y amigo Rafael García Rico, quien escribió ayer en Iris Press Magazine estas Palabras en Libertad que me han llegado a lo más hondo. Un abrazo a todos.