martes, 15 de mayo de 2012

300 vs 200000, puntualizaciones

Viendo algunas reacciones tanto a mi post de ayer, como, sobre todo, al de la querida y admirada compañera Martu Garrote, en su conocido e influyente Martublog, me siento llamado a hacer alguna puntualización al respecto de la polémica desatada.

Como es lógico, los socialistas estamos obligados a escuchar la voz que se emite más allá de los muros de nuestras agrupaciones, y no creo que ninguno sienta deseo de desdeñar las opiniones de nadie, y menos de los numerosos expertos mundiales sobre todos los temas.

Lo que se criticaba en mi post, y me atrevo a segurar que también en el Martublog, es el anuncio hecho por Ramón Jáuregui a través de la agencia Europa Press, que en su literalidad, venía a decir que la dirección del PSOE, encabezada por Alfredo Pérez Rubalcaba, le había encargado crear ese grupo de 300 expertos, para que, organizados en 15 o 20 grupos de trabajo (cinco arriba, cinco abajo, qué más da), sus "relatores" dictaran a Jáuregui las ideas que él mismo plasmaría en el documento que la dirección federal del PSOE sometería a la aprobación de la "Conferencia Política". Todo ello envuelto en un pomposo titular que afirma que "el PSOE prepara una renovación ideológica importante".

Los socialistas llevamos escuchando las voces de expertos desde nuestra fundación hace 133 años. No hay más que acudir a la propia web de nuestro think tank, la Fundación Ideas para encontrar abundante bibliografía que lo demuestra en los últimos años. ¿Ha dejado de tener valor todo el trabajo realizado desde esa y las otras fundaciones e institutos del Partido? El anuncio de Jáuregui hace inferir que la Conferencia Política, que ya ha sido aplazada una vez, entregará a los delegados que participen en ella un documento ya elaborado sobre la posición y los objetivos del PSOE. Una vez más, en el mejor de los casos, pasaremos por el tedioso proceso de gastar interminables horas debatiendo enmiendas de adición, supresión o sustitución que -ojalá me equivoque-, a lo sumo, pulirán un texto previamente decidido por la dirección federal del partido.

Si Ramón Jáuregui hubiese anunciado la apertura de un proceso de debate ideológico en todas y cada una de las agrupaciones del Partido Socialista, en el que los 200000 mil militantes fueran aportando sus ideas, opiniones e inquietudes con el objetivo de elaborar un documento que, para ser reforzado, fuera sometido al estudio y debate de 300 (o 200000) expertos ajenos al partido, tal vez no habría lugar a polémica o malentendido alguno. Ni siquiera la sensación de que al militante se le llama exclusivamente para el reparto de propaganda o la votación de turno. Se trata, en definitiva, de una cuestión de metodología, o, si me apuran, de formas.

El PSOE es un hervidero de ideas desde su existencia, aunque algunos dirigentes poco dados a visitar las agrupaciones en periodos intercampañas  parezcan ignorarlo. Y lo es mucho más desde que en mayo de 2010 nos vimos obligados, sin debate interno alguno, a dejar en suspenso nuestro propio programa electoral -y de paso, nuestro ideario- para satisfacer las exigencias de los mercados, a sabiendas de que ello nos iba a hacer perder -muy motivadamente- el apoyo popular que tanto nos va costar recuperar. Decisiones como promover una reforma constitucional nunca debieron adoptarse sin el concurso de las bases del PSOE; de hecho, no deberían haberse tomado sin el concurso de todos y cada y uno de los españoles con derecho a voto. Pero en este partido -y esas es una de las cosas que debería abordar la Conferencia Política- está demasiado extendida la idea de que las direcciones, por el mero hecho de serlo, están dotadas de unos conocimientos y capacidades que, lamentablemente, ganar un proceso congresual no concede milagrosamente.

Escuchar primero a la militancia, que, esencialmente, está compuesta por ciudadanos que viven la triste realidad en primera persona, y solucionar la urgente necesidad de definir un sistema de decisiones acorde al tiempo en que vivimos, son el paso previo a poder pedir a los expertos, sin lugar a equívocos, la ayuda y el asesoramiento que el socialismo del siglo XXI, y la sociedad en general, están necesitando para poder liderar los cambio ideológicos y sociales que sola y exclusivamente la izquierda está llamada a hacer realidad.

Resumiendo. Las ideas, proyectos y objetivos deben surgir de las bases del partido, que, como bien dice el maestro Antonio Carmona, es una herramienta para el progreso que debe pertenecer y pertenece a la clase trabajadora. A la ciudadanía, al fin y al cabo. Los expertos, que estén llamados a ayudarnos a convertirlas en realidad. Lo contrario, opino, es pervertir la propia existencia del partido como tal.

Espero haberme explicado.